En el año 2016, cuando nos reunimos para planificar nuestra exposición, y después del resultado obtenido en el año anterior, nos sentíamos ya un poco más atrevidas, un poco más libres, un poco más osadas. Decidimos que nos íbamos a dar permiso, que nos íbamos a dar total libertad a la hora de enfocar nuestro trabajo. Elegimos como temática, como hilo conductor, el lema “Vive tu propia Vida”.
Sentíamos la necesidad de expresar nuestras emociones de manera libre e independiente, sin imponernos ningún camino a seguir. El único objetivo era que nuestro trabajo fuese el instrumento, el vehículo a través del cual pudiésemos dar rienda suelta a nuestros sentimientos, anhelos y preocupaciones.
Queríamos sentir y convencernos a nosotras mismas de que la enfermedad que estábamos padeciendo no nos iba a impedir hacer todo aquello que deseábamos. Contábamos con nuestras capacidades físicas en ese momento, dependiendo del estado de cada cual. Y, sobre todo, contábamos con una gran motivación.
A pesar de tener que aceptar una vida que se había visto alterada involuntariamente, a pesar de vernos subidas en una noria de la que no podíamos bajarnos, seguíamos siendo personas, seguíamos estando allí. A pesar de nuestro estado físico, a pesar de los fracasos, de las recaídas, de los días buenos y malos, a pesar de todo, queríamos dar testimonio de que seguíamos estando vivas. Y queríamos vivir nuestra propia vida.
Con esta determinación, nos pusimos manos a la obra, dándonos permiso y vía libre para hacer lo que nos viniera en gana, sin ningún temor a cualquier tipo de resultado, y nos comprometimos a exponer nuestras obras con valentía y sin pudor.
El resultado fue un poco más confuso y heterogéneo que el año anterior, pero indudablemente, quedamos muy satisfechas.