Sabemos que practicar ejercicio físico durante el cáncer es muy beneficioso. El yoga tiene la ventaja de que todo el mundo lo puede practicar y permite alcanzar una cierta paz interior.
publicado en Revista LVR
Para saber más sobre esta práctica, hemos hablado con Lourdes Vida, fundadora de Oyoga, centro que organiza clases gratuitas para pacientes de cáncer en Sevilla.
¿Cómo surgió la idea de organizar clases para pacientes de cáncer?
La idea surgió de un viaje de formación que hice al centro Ashram de Sivananda, en Bahamas, en el año 2010. Aquí conocí a Nischala Joy Devi, de Yoga and Cancer. En este taller contó que estaba desarrollando un programa de cáncer junto a Michael Lerner en el Centro de Retiros Commonweal, en California. Comentaba los beneficios de aplicar esta filosofía de vida a las personas con cáncer, y fue allí donde empecé a pensar que yo quería hacer eso también.
Oyoga está formado por profesionales del mundo del derecho que hemos encontrado en el yoga y la meditación herramientas para vivir mejor. Un día, decidimos montar el centro y poner estas herramientas al servicio de los ciudadanos, pero queríamos ir más allá, queríamos ser ciudadanos activos y ayudar a hacer ciudad. Y con ese espíritu decidimos ofrecer un servicio gratuito a la comunidad, algo que nos hiciera más grandes que un mero estudio de yoga. Por eso creamos la hora blanca, un programa gratuito de yoga y meditación para personas que pasan por la experiencia del cáncer. Siempre tuve en mente la opción de usar el yoga como herramienta para vencer al cáncer, y era el momento.
En los socios de Oyoga surgió el deseo de aportar a la comunidad algo desde nuestra esencia como seres humanos, desde nuestra alma, desde nuestra verdadera naturaleza como hombres, de eso surgió la hora blanca.
De Stella Maris Marusso aprendí que las estadísticas son estadísticas, y que no podemos permitirnos formar parte de ellas, porque las personas no son estadísticas. Hay que permitirse la esperanza, en realidad, hay que obligarse a ella, porque la esperanza es siempre real, no hay falsas esperanzas, y si la unimos con la fe y con vivir cada instante estando en el presente, no en el futuro y no en el pasado, sino en el presente, puede producir verdaderos milagros. El presente es muy poderoso, porque en él no hay miedos ni límites. Y si eso lo unes al silencio que te permite la práctica del yoga, puedes conseguir milagros. La colaboración como paciente en el camino de la recuperación es un elemento clave, junto con el médico, los medicamentos y la cirugía, y en este caso, el yoga es una herramienta muy poderosa.
¿Qué aporta el yoga a una persona con cáncer? ¿Cuáles son sus beneficios?
Aporta paz, poder, la posibilidad de ver la situación desde la calma, fuerza y coraje y la posibilidad de verse más grande que la enfermedad. Aporta la seguridad de que el paciente es responsable de su curación y debe tener un papel protagonista, la consciencia de que la mente es muy poderosa y puede ponerse a nuestro servicio, la certeza de que respirar eleva la energía, imprescindible para sumar salud, y de que es en el silencio donde se produce la curación y la sanación. El yoga te trae al presente, y el cuerpo se cura en el presente, porque el cuerpo está donde está la mente.
Uno no se cura en el futuro (lo que dirán, lo que pasará, lo que podrá pasar…), ni en el pasado (y si hubiera hecho, o dicho, o no lo hice bien…). La ansiedad vive en el pasado, en lo que no hice bien, y en el futuro, lo que tengo que hacer y lo que pasará. Pero yo necesito toda mi energía en mi cuerpo, en el aquí y en el ahora, yo necesito los once jugadores en el campo para luchar contra la enfermedad. Y cuando te dicen que tienes una enfermedad como el cáncer, tu mente va al futuro, a lo que puede pasar. Tu mente tiene que estar aquí y ahora si quieres curarte, porque necesitas salir a tope al terreno de juego.
Además, físicamente el yoga aporta equilibrio hormonal, tonificación muscular, y en este caso, los músculos han sido bombardeados por los medicamentos; ayuda a mantenerse en forma, oxigena el cuerpo y mejora la movilidad de las zonas cicatrizadas.
¿Notáis diferencias en cómo se encuentran vuestras seguidoras después de varias semanas de práctica?
Notamos la diferencia justo después de la primera clase. Algunas personas llegan asustadas, llorando…, y al final de la clase salen sonrientes y empoderadas. Salen sintiendo que tienen el poder para vivir mejor. Después de varias semanas, el cambio físico es sensible, ya que la movilidad y la articulación mejoran y también el ánimo y la vitalidad. Pueden dormir mejor, moverse mejor y tienen menos miedo.
También impartís clases de meditación. ¿Es imprescindible unir ambas técnicas?
El yoga es meditación, sin la meditación es únicamente la manipulación del cuerpo. No obstante, si consideramos el yoga solo a través de la práctica de asanas, esta tonifica y destensa el cuerpo para poder conectar, para poder respirar un poco más profundo de lo que normalmente hacemos y alinearnos con el presente. Porque es en el presente donde tenemos el poder. Si nos quedamos en la mente, vivimos en la experiencia pasada, en el miedo, en el fracaso… El presente te devuelve el poder, es algo nuevo, más allá del pasado, donde todo es posible.
Es en el presente donde puedes conectar con tu centro, con tu esencia, con tu conciencia, con tu espíritu, con Dios… como lo quieras llamar. La meditación te permite estar conectado a ese centro. Encontrar ese espacio de silencio desde donde ver tus procesos mentales, tus hábitos, tus patrones, pero también desde donde observar tu vida desde la calma. Cuando observas desde la calma, la perspectiva cambia, y ese es el milagro.
¿Habéis seguido una formación especial para pacientes de cáncer? ¿Tenéis apoyo de médicos?
El año que conocí a Nishala comencé a estudiar yoga y cáncer. Y fue con la doctora Ana Casas, oncóloga y especialista en cáncer de mama, con quien aprendí a poner en práctica todo lo que había leído. Ella participa en este programa vigilando las clases, aportando sus conocimientos y aconsejando maneras y métodos. También colabora Francisco Gallardo, médico traumatólogo especialista en medicina del deporte, que imparte formaciones en anatomía aplicada al yoga y orienta las prácticas cuando lo necesitamos.
¿Por qué este programa se llama la hora blanca?
El color blanco nos pareció limpio, sin prejuicios, sin pasado, sin nada… Algo para comenzar a escribir o a pintar, para comenzar a vivir de nuevo.