Con frecuencia nos decimos a nosotros mismos, “tengo que cuidarme más”. En el fondo estamos pensando que no nos encontramos a gusto dentro de nuestro propio cuerpo. Ponemos peso, perdemos agilidad y … hasta el humor. Buscamos excusas para justificar nuestro sedentarismo o nuestro sobrepeso en los tratamientos oncológicos y en nuestra propia autocompasión como enfermos. Otras veces lo atribuimos al tipo de trabajo y al estrés que nos genera. Se trata de tomar un día una decisión en firme y tomarnos en serio el ejercicio físico y nuestro cuidado personal. Hacer ejercicio físico mejora la calidad de vida y nos da sensación de sentirnos bien. También nos da alegría porque libera tensiones y endorfinas.
El ejercicio físico debe adaptarse a cada tipo de paciente, a la situación concreta de la enfermedad y los tratamientos que se estén realizando. Hay evidencia científica de su efecto beneficioso en los pacientes con cáncer y en los supervivientes de cáncer. De forma general se recomienza realizar 2-3 horas a la semana de ejercicio físico de moderada intensidad.